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2 comments | viernes, 7 de diciembre de 2007



Las golosinas son una tentación a la que pocos se resisten. Sus atractivos colores y formas atraen a niños y mayores, que se dejan arrastrar por la variedad de sabores que deleitan sus paladares. Pero lo que muchos no saben es que estos dulces tan adictivos apenas aportan nutrientes y sí excesivas calorías.Las golosinas son “calorías vacías”, con un valor nutritivo casi nulo. Están constituidas básicamente por azúcares simples (fructosa, glucosa y sacarosa) de rápida asimilación, aditivos y colorantes artificiales para obtener los llamativos colores... ¡Pero los niños no pueden resistirse a ellas!
Hay que vigilar las normas de higiene que las rodea, es muy importante que estén empaquetados en bolsitas individuales ya que es un producto que va directamente a la boca del niño.
Aunque es difícil negarle un caramelo a un niño, los padres deben tener en cuenta que un abuso de estos productos puede perjudicar su crecimiento. Endocrinos y pediatras coinciden en que no hay que prohibir las golosinas, pero sí ser estrictos a la hora de su consentimiento. Casi la mitad de los niños españoles toma golosinas al menos una vez por semana, y uno de cada tres consume a lo largo del día dulces o chucherias. Así se desprende de un estudio de la Sociedad Andaluza de Pediatría, que constata que el 55% de los españoles tiene un patrón de nutrición "inadecuado".
Los caramelos, chicles y gominolas son sólo unos ejemplos del amplio abanico que pueden encontrarse en los quioscos, todas ellas con grandes dosis de azúcares, grasas y aromas, sin olvidar una gran variedad de colorantes, tanto naturales como artificiales.
Abusar de las golosinas provoca cambios en las costumbres nutricionales de los niños. El consumo de estos dulces ha pasado de ser excepcional a convertirse en un hábito cotidiano.
Las golosinas atentan contra la salud y el sano desarrollo de los más pequeños.
Conocidos precursores cancerígenos y alergénicos están en algunos colorantes.

El vertiginoso consumo de chucherías en España y el mundo “atenta contra la salud y el sano desarrollo de los más pequeños”, a quienes se les premia con la compra de estos productos, que “enganchan” más que el tabaco, asegura Diego Rivera, experto en tecnología de los alimentos.
Rivera, que participó en la feria BioCultura, que se celebró en Madrid, sostiene que “las chuches son venenos de colores” y hay que dar la voz de alarma.




Los colorantes sintéticos, hasta 17 en algunas chuches de gamas cromáticas, y los aceites hidrogenados, que las hacen elásticas y aún así comestibles, son los principales “venenos” identificados por el experto.

Según explicó Rivera, miembro de la Organización No Gubernamental Asociación Vida Sana, las golosinas o chucherías que consumen “casi a diario” los niños y los no tan niños son un amasijo de aditivos, saborizantes, colorantes y espesantes que “atentan contra la salud y ponen en peligro el correcto desarrollo físico y emocional”.

Entre las chuches y la pastelería industrial, afirma Diego Rivera, los niños reciben en su dieta diaria elevados índices de azúcar refinado que inciden en el grado de hiperactividad y agresividad de los menores, además sometidos a una vida cada vez más sedentaria, que no requiere alimentos tan altamente energéticos.

Atención a los colorantes

En España, están registrados en la actualidad 43 diferentes colorantes para el consumo humano.
Los colores de los caramelos, que no tienen justificación alimenticia, sino sólo cosmética “podrían obtenerse de colorantes naturales, pero se descartan por costosos”, afirmó Diego Rivera.
Los colorantes que hacen naranja y amarillo a las golosinas son “reconocidos precursores cancerígenos y alergénicos” de la familia de los azoicos, en los que el grupo azo, como cromóforo (para dar color), al reducirse da lugar a aminas aromáticas que tienen el potencial cancerígeno demostrado, especificó el experto en alimentación.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) puntualiza que entre los colorantes autorizados se halla el grupo de los nombrados "azoicos" que pueden producir reacciones adversas en individuos predispuestos. En concreto, son capaces de desencadenar asma en personas con este problema. Es por ello que los especialistas se muestran rotundos: las golosinas no tienen ninguna ventaja para el organismo, o lo que es lo mismo, no aportan nutrientes interesantes a nuestro cuerpo, de ahí que no sea recomendable su consumo.
Sin embargo, la satisfacción que siente un niño cuando se ve recompensado con ellas es una realidad incuestionable. Y es en este punto donde entra en juego el factor psicológico. Para la mayoría de los especialistas, la clave está en moderar la frecuencia de consumo y saber utilizarlas como herramienta para estimular al niño y lograr que aprenda o haga lo que se le pide.
En opinión del profesor titular de Psicopatología Infantil y Juvenil de la Universidad de Málaga, Manuel Jiménez, las golosinas son una herramienta "muy buena" para corregir problemas de conductas en los niños. Pero, ¿cómo lograr que este tratamiento no se vaya de las manos y el niño lo acabe utilizando para chantajear emocionalmente a sus padres?
ERC

2 Comments:

Blogger josephbdez said...

Ayer hablando con un compañero me sorprendió escuchar que en la escuela donde está su hija pequeña,cuando hay un cumpleaños, es norma llevar bolsitas de chucherias para todos los compañeros y compañeras de clase.Asi,es posible que minimo 4 ó 5 dias al mes suceda esto.
No entiendo porque se permite(por parte de los educadores) esta costumbre sabiendo lo perjudicial
que es.
Tengo dos hijas y si me obligan a llevar a mis hijas a la escuela,yo personalmente creo que eso no es escuela.La alimentacion tambien es materia de educacion.
Su articulo es muy esclarecedor,es muy grave que sean los niños y las ñinas las victimas.

12 de septiembre de 2009, 22:51

 
Anonymous Anónimo said...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

3 de junio de 2011, 22:15

 

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